jueves, 23 de octubre de 2008

MAL TIEMPO


Si el cielo estaba cubierto no salía de casa, y si las nubes la sorprendían, dejaba todo y se recluía en su habitación. En invierno, o en verano si había tormentas, pasaba varios días sin ver la calle.

Podía conseguir lo que quisiera, pero los nublados eran para Marta una causa mayor, imposible de vencer.

Una tarde, después de muchos meses esperando, recibió un certificado citándola para una entrevista de trabajo. ¡Por fin alguien había reparado en su currículum! Pronto tendría ocasión de demostrar sus cualidades.

Pensando en la ocasión, y en el posible puesto de trabajo, renovó su vestuario, se compró maquillajes, perfumes y todo eso que una chica joven y guapa no necesita para ser más atractiva.

La fecha, que por deseada parecía muy lejana, llegó. Al salir de casa, tan arreglada, tan dispuesta, tan contenta... ¡Empezó a llover!
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OCASO

A las nueve de la mañana Álvaro sale a por pan reciente para el desayuno. Los primeros alientos del otoño le incomodan. Pisa con cuidado las hojas de los árboles; él sabe que disimulan con mala idea los pequeños hoyos, que, junto con la artrosis, le recuerdan que los años pasan sin perdón.

—Buenos días Beltrán —saluda Álvaro a un vecino que sale del ambulatorio.

—Hola.

—¿Qué te pasa? Te veo con mala cara, muy delgado y un poco encogido.

—Nada, los años.

—Así estamos todos.

—Sí, pero a mí me ha dicho el médico que no llene la despensa para todo el invierno, y que pague pronto mis deudas, si quiero que mis herederos me recen con cariño. Así que... ¡ya lo sabes! —dijo Beltrán, con torpeza, allanando el empedrado con la vista.

—Cuánto lo siento. No será para tanto, pero si puedo hacer algo por ti...

—Sí, claro que puedes: ir al entierro.

—Pues no sé, no sé.

—Mejor no pensar en ello —dijo Beltrán.

“Si yo voy al tuyo, tú no vendrás al mío —pensó Álvaro—. Uno ya no está para excesos. No haré por ti lo que tú no harás por mí. No está bien que te vayas gratis y yo tenga que pagar por ir y volver”—terminó su pensamiento y se despidió del amigo.

—Lo siento mucho, Beltrán. Ya nos veremos.

© Alejandro Pérez García

(Leído en la sesión inaugural de la Tertulia Literaria. 20-10-08)
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COSAS QUE PASAN

Mi amigo Juan Luis y la limpiadora del colegio mayor eran como uña y carne. A él le llamaba mucho la atención un lunar que tenía ella en la oreja, como una uva garnacha. A ella le hacía mucha gracia que él tuviese un ojo como el cielo de un belén y el otro como el azabache.

Después de los años, Juan Luis se cruzó en la Calle de la Montera con una joven que se parecía mucho a Susana, la empleada de la limpieza.

Siguió a la chica. Entró en una cafetería. Se puso a su lado y la observó con atención. Vio que tenía un lunar en la oreja izquierda y un ojo azul y otro negro.

© Alejandro Pérez García
(Publicado en “La Ventana” (SER), de J. J. Millás, el 11-10-07)
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo esto para el siguiente libro, ¿no Alejandro?. Estos minis son muy grandes de contenido y forma. Y
me gustan.
Un abrazo.

Port

Alejandro dijo...

Lo grande es la medida subjetiva del ojo que mira, de la sensibilidad receptora. Si todos tuviéramos la generosidad que tiene "Port" el mundo sería muy grande, enorme, tanto como la grandeza de sus moadores. Gracias por ser como eres, y por conceder a las cosas pequeñas tamaña categoria.

Javier dijo...

Hola Alejandro:
Como sé que la soledad del escritor es muy dura, sólo quería dejar constancia de que te voy leyendo. Espero que pronto coincidamos en algún sitio en persona. .

Un fuerte abrazo.
Ah, y me gusta el relato de los ojos bicolores. Pero, ¿qué ocurre después?

Anónimo dijo...

Gracias, Javier, por leerme y preocuparte por los finales casi imposibles. El de lo ojos bicolores, como tú dices, es un final abierto. El lector debe imginarse lo que más le apetezca, y terminarlo. Tú, en el caso de ser el supesto padre, ¿qué harías?¡Ah!

Un abrazo fuerte.

Alejandro
P/D.- Yo también te leo. Meh gutado el de la chienea la piscina, pero no sé, mefata algo, como que tiene poco conflicto. Pero no me hags mucho caso. Soy un poco torpe. Lo leeré otra vez y te comtaré con más detenimiento.