martes, 2 de diciembre de 2008

ENTREVISTA CON DON SANTIAGO SOLANO

POR FAUSTINO DEL MONTE.
Aprovechando la presentación en papel de su último libro, el escritor Santiago Solano Grande nos ha regalado una entrevista llena de matices y descubrimientos literarios. En esta conversación versa con magisterio exquisito sobre la construcción de su obra y los “arquitectos” que intervienen en ella, y nos desvela su apuesta literaria: llevar la literatura hasta el lector a través de la red. Él considera que ”La escritura en un espacio electrónico es un nuevo género (...)”. Esa proeza nos permite, o mejor nos obliga, a definirle como un vanguardista de la Literatura del siglo XXI.

Don Santiago Solano, escritor respetuoso que siempre piensa en sus lectores, habla del estado emocional del autor y de cómo sus sentimientos pueden influir en el aspecto final de cualquier historia, en manos de sus destinatarios. Sólo le interesa escribir, dice. Es un esclavo fiel de su gran pasión y asegura que “Todo es susceptible de ser literatura”.
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¿En qué se distingue TRATADO DE LA BELLEZA MORIBUNDA del resto de su obra?

Todos los libros, al menos en mi caso, son siempre el producto de una línea de experimentación en lo formal, ya que el contenido no deja de ser un trasunto de lo que otros antes que yo han pensado y escrito, seguro que con más clarividencia. El libro que nos ocupa se parece al anterior, me refiero a FLOR DE ACEBOS Y OTROS CUENTOS, en que hay en todo él un esfuerzo por ajustar el texto a un bien sonar y a una buena estructura sintagmática, tanto en el aspecto de lo poético como de lo prosaico. Se distingue del anterior y más de los anteriores en que ese punto de arranque está mejor conseguido. En mi modesta opinión todos los textos, que han sido pensados para ser leídos en voz alta, cumplen con esa característica. No así en los anteriores, que la prosa no estaba, en alguno de ellos, cuantificada, y en éste sí. Se puede decir pues que la diferencia fundamental de este libro con respecto a los anteriores es la cuantificación formal del léxico.

Don Santiago, háblenos de su contenido, género, estructura, conflictos, temática... Véndanos el libro.

Permítame D. Faustino que empiece por el final. No es el objetivo de este libro el vender millones de ejemplares, sino el de encontrar lectores que participen en la complicidad de la multitud de propuestas estética que en él se plantean. No es un libro para librerías, ya que se ha publicado por entero en La Red, en mi página personal, y es, sencillamente, un reclamo en papel para que el público lector se acerque a ese espacio de literatura en Red que es lo que realmente se puede considera mi apuesta literaria. En cuanto a los géneros literarios, he de decirle que la misma escritura en un espacio electrónico, ya es un nuevo género en el que ha de predominar la concisión, sobre todo, y la exactitud, y si a todo esto le aliñamos ese golpe sorpresivo que le deja a uno meditativo, mejor que mejor. Es pues un libro que se enmarca en una colección de poesía “Li-Poesía”, sin serlo propiamente dicho, ya que los textos del espacio Internaútico del 2007 son más narraciones que otra cosa, eso sí, como ya se ha dicho arriba, con un afán formal cuantificador. Es un libro, visto desde la ortodoxia que nos enseñan en las escuelas relacionadas con los géneros, heterodoxo. En cuanto a la estructura, el libro tiene dos grandes grupos: una primera parte más de lo poético, de lo interior, de lo metafísico, incluso de lo filosófico… es la parte más complicada, más densa, más difícil, de lectura más lenta. Y una segunda parte relacionada más con el afuera, con el mundo circundante, más de lo palpable, más asequible para el gran público, pero no por ello carente de esa estructura de musicalidad de la que está impregnada todo el libro. Conflictos, todos y ninguno; allá cada cual con su conciencia. Temática, el ser humano desde todas las personas, incluidas las del plural.

¿Cuál es el perfil de sus destinatarios, o no pensaba en los lectores cuando lo escribía?

Siempre pienso en mis lectores a la hora de escribir. No es mi público un niño de doce años, ni un adolescente de dieciséis; incluso me atrevería a decir, que tampoco el de un iniciado en el mundo universitario. Soy exigente con el lector. El lector, como el escritor ha de pasar sus fases, de la novela, relato, poema fácil, a algo más estético, más literario, más elevado. Lo que no quita que de vez en cuando volvamos atrás y leamos por metro entretenimiento, que es el principio. Creo en la formación de la persona lectora, de ahí que mi libro no lo ponga fácil, de ahí que utilice ciertas palabrejas y ciertos contenidos que no son corrientes, que son más de un entorno de lector con historial.

¿Las emociones que destila TRATADO DE BELLEZA MORIBUNDA nacen en la intimidad cognitiva del autor, o es la recopilación de sentimientos ajenos, compartidos en el fluir de su relación humana?

Los contenidos del libro son reelaboraciones de las lecturas y de las experiencia de primera mano del autor del libro. Nadie puede escribir de lo que no conoce. Si en el libro hay emoción, es que hubo una emoción que tocó el corazón del escritor. Pero cuidado, una reelaboración no es otra cosa que un intento, más o menos acertado, de acercar al lector a aquel momento en el que el autor tocó la esencia humana. La mayoría de las emociones, si no todas, l que despierta el libro, son emociones del que lee, que abren las palabras que hay en el libro, que en ninguna manera son el autor: son las palabras que el autor ha seleccionado para transmitir tal o cual sentimiento..Las emociones del que lo ha escrito están ahora contaminadas con la deformación que el inexorable paso del tiempo va haciendo en el recuerdo. Le confesaré una cosa: algunos de los textos del libro, ahora, tras un dormir en el cajón de los papeles emborronados, no tienen nada que ver con lo que hoy soy, y hoy siento. Son historia de la escritura diaria. Historia digna de ser rescatada.

¿Qué aporta este libro, que acaba de presentar, al conjunto de su producción literaria?

Este libro es, por decirlo de alguna manera, el techo, el punto y final de un período de diez años en los que he aprendido y he ensayado unos textos en los que el modo de decir se nota mucho. Creo haber conseguido un estilo fácilmente identificable. Ahora me queda lo más difícil, la demolición. O sea, el empezar de nuevo.

Usted clasifica su obra (dos novelas, tres poemarios, dos volúmenes de relatos...) en prosa y poesía. Sin embargo, existe una opinión muy generalizada de que su prosa es toda poesía. ¿Qué tiene que decir sobre esto?

Si el lector ve en mis textos lo poético, es porque mis textos tocan lo poético, que es en resumidas cuentas el meollo de lo humano. Otra cosa, a discutir desde luego, es que los textos estén contaminados con el fondo de tal manera que sean una sola cosa. Habría que analizar esos textos prosaicos que supuestamente son “prosa poética”, por decirlo de alguna manera, y ver si cumplen con los cánones que los profesores y críticos marcan para que tal circunstancia se dé. Desde luego no es de me incumbencia, ni me preocupa en absoluto. Siempre he dicho lo que quería decir, tal y como lo quería decir. Si hay una opinión generalizada de lectores que opina eso, algo de verdad habrá en ello; pero repito: no me preocupa lo más mínimo.

¿Señor Solano, no será que está usted creando un nuevo género, único, que, como ya le ha dicho alguien, “Rompe la barrera entre la poesía y la prosa?

No sé si eso es así. Intuyo que lo que escribo está impregnado de mi forma de ver el mundo en general y de la literatura en particular. Permítame que le cuente una anécdota que responde a esto del los géneros, que yo hablaría más de la creación de un estilo excluyente. Me pide un amigo que le presente a él y a su poemario. Acepto. Pero, de verdad, me aburren las presentaciones de los autores cuando el presentador se pasa media hora o tres cuartos de ahora contando lo mucho que ha escrito y lo bueno que como escritor; y además le roba el tiempo al protagonista que es el autor y el libro. Así que yo, ante tal circunstancia, lo primero que hago es leerme el libro – sí, sí, me leo el libro, despacito, tomando notas -, y luego, con las notas monto el personaje que se respira detrás de ese libro, que por supuesto que no es el autor, sino la voz narrativa del libro. Y presento la voz narrativa del libro como si fuera el propio autor. Si a esto le unes algunos datos biográficos contrastados de la vida del autor. Pues sale un texto literario nuevo, que habla de autor y del libro. ¿Es eso un nuevo género literario? El Genero de la Presentación, como ha dicho más de uno de los que han asistido a mis presentaciones de autor. Yo creo que no, es simplemente que para mí todo es susceptible de ser literatura. Esta mi gran pasión.

Hablando ahora del origen de su creatividad: ¿Cómo llega a la conclusión de una idea, y cómo trabaja con ella hasta su exposición definitiva?

Utilizo los métodos conocidos por todos los que nos dedicamos a esto de escribir. El binomio fantástico, por ejemplo. De él tiene un resultado en la revista Tirano Banderas Digital, en el relato Grabar el fondo, que parte de las palabras “grabar/fondo”. La transposición de temas clásicos a escenarios modernos. De esto tiene un ejemplo en el blog de diario que estoy escribiendo en la actualidad. Todo lo relacionado con los hombres de verde, de resonancia “orsonwellianas”, no es más que un trasunto del viejo cuento “El flautista de Hamelin”. O simplemente una escena que me llama la atención en la calle, de la que tomo nota en mi cuaderno de notas, que luego se relaciona con otras cosas y que termina siendo un cuento, o un poema, o incluso una novela.

Ya, pero ¿qué mecanismos técnicos utiliza para llegar a ese punto final, tan bien madurado, que tanto conmueve al lector?

No hay ningún truco. Es todo trabajo. Primero dejar al Doctor Sí que trabaje: este doctor es la imaginación, que algunos llamarían la inspiración, y que otros el entrar en contacto con el espacio de lo onírico del ser humano. Luego dejar al Doctor No que actúe: este doctor son los estudios filológico, gramaticales, estructurales, etc., que la vida ha ido poniendo a mi alcance. ¡Ah! Y un factor primordial, el tiempo. Dejar que pase el tiempo, que se enfríe el corazón del que lo escribió. Eso, dejar que trabajen estos dos personajes.

¿Son esos los cimientos sobre los que se sustentan sus objetivos como escritor?

Digamos que estos dos señores son los arquitectos. Pero estos arquitectos están siempre a mis órdenes. Y mi objetivo último es muy sencillo, escribir. Todo lo demás es añadidura.

¿Ese es su único fin?

Sí, sólo me interesa escribir. Aunque también es verdad que los sueños son imposibles de contener, los sueños de grandeza, digo. Pero eso es otra historia.

¿Le ha dicho alguien que su obra, en general, es un plato muy exquisito reservado para pocos privilegiados, capaces de degustar sus excelencias?

Nunca. Más bien al contrario. En un recital de poesía que di en la Biblioteca de Valencia, hace ahora cinco años, me ocurrió algo que colmó todas mis necesidades de vanagloria. Tras el recital, se acercó una señora de unos sesenta años y me dijo que ella no leía poesía nunca, que le parecía una pamplina; pero que con lo que yo había leído había disfrutado mucho, se había emocionado mucho, había incluso llorado, porque lo que yo leía era su vida, su alma. Aunque sí, es verdad que el léxico que utilizo no es muy corriente.

¿Eso es intención suya o es algo inherente a sus dotes creativas?

Si eso es que mi obra es para lectores exquisitos, tengo que decir que eso, esa lucha por decir exactamente lo que quiero decir, forma parte de mi camino como escritor, de mi evolución como escritor; y sobre todo de mi evolución como ser humano. Soy ciertamente complicado - ¿quién no? -; pero en mis textos siempre intento ser claro, aunque no siempre lo consiga. Y si eso, es que por qué no escribo historias de amor, o de aventuras; pues mire, esto ya se ha hecho tantas veces y tan bien, que para qué más. Busquemos ser uno mismo allí en donde estemos, y en esto de escribir, pues eso. Seamos yo.

Para terminar, Don Santiago, hablar de Literatura es hablar de belleza, pero dígame ¿cree usted que esta belleza está tan moribunda?

La belleza no está en el mundo, está en el corazón humano. Un atardecer es bello porque hay un corazón latiente que así lo entiende. Por tanto la belleza es cuestión de corazón. Literariamente hablando, para mi gusto, la belleza agoniza; ya lo dijo hace tiempo un tal Carlos Mestre en un libro titulado “La poesía ha caído en desgracia”. O creo, que a lo mejor no se estaba refiriendo a esto que nos ocupa; que ya sabe usted, que a los poetas no hay quien les entienda.

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