viernes, 29 de mayo de 2009

LA OTRA VOZ

Juan Luis salió a media tarde de un día de mayo. Atrás quedó el chirriar de cerrojos y cancelas, pero no olvidaría la presencia implacable de cámaras y guardianes. No debió entrar, y menos quemar en aquellos reductos cinco años de ardorosa juventud, sin su Ana del alma, tan añorada en los apagones de la noche. Ella cumplía en la capital, y también daría cualquier cosa para reunirse con su amado. No merecieron eso; estuvieron muy lejos de los males achacados.

Los que pusieron a Juan Luis en el brete estaban esperando, como quien quiere compartir la alegría de un rayo de sol o las caricias de una brisa después de un largo vacío, sin amor, sin afecto, sin comunicación... Le ofrecieron dinero, armas y un puesto privilegiado en la dirección del comando. Era lo menos, después de pagar por todos y dejar de propina las vueltas del silencio.

Juan Luis se quedó pensativo, con un gesto de atención que los camaradas no entendieron. Tenía que escuchar su otra voz, la voz con la que mantuvo tantas y tantas charlas en la mudez de la celda. “No aceptes —le dijo—. Una mujer te espera en Madrid”.

(C) Alejandro Pérez Garcia. Inscrito en el R.P.I.

sábado, 23 de mayo de 2009

EL LIBRO LEÑA Y PAPEL Y OTROS CUENTOS, PRESENTADO EN MÓSTOLES



Como estaba previsto, el pasado día 21 presentamos en la Biblioteca central de Móstoles mi libro LEÑA Y PAPEL Y OTROS CUENTOS. En el acto estuve asistido por Doña Carolina Marchante, responsable del centro para estos eventos, y por Don Santiago Solano Grande, escritor y Secretario General de Escritores en Red - Asociación Marqués de Bradomín, a la que pertenezco.

En primer lugar hizo uso de la palabra Carolina, que nos dió la bienvenida recordándonos que no era la primera vez que estábamos en la sala. Pues lo hicimos en la presentación de la novela de Antonio Castillo, Cercle al otro lado de los Pirineos (25-10-07), y de un poemario de Santiago Solano, Tratado de la belleza moribunda (24-06-08). Aquellas presentaciones, igual que la que hoy nos ocupa, también contaron con el sello definitorio de Escritores en red (http://www.erabradomin.org)/.
Acto seguido intervino Santiago Solano para, en una disertación fluida y amena, hablar de este humilde autor como "escritor de ficciones" y del protagonista principal de la tarde: el libro Leña y papel y otros cuentos. No repetiré comentarios suyos si reproduciré frases de su discurso, pues está íntegro en este enlace: http://www.erabradomin.org/sansol/alex.pdf.
Después del merecido aplauso que dedicó la nutrida consurrencia al ponente Santiago Solano, el turno de palabra era mío. Viendo allí a tantos amigos reunidos, tan pendientes de los acontecimientos que se iban sucediendo en torno al libro que presentábamos en sociedad, el ataque de nervios se hizo irremediable. Así agradecí a la Biblioteca las atenciones recibidas, a Santiago la deferencia de presentarme con la lectura de un texto minucioso, lleno de referencias literarias y sabios conceptos sobre las estructuras y los elementos imprescindibles del cuento, y al público asistente el detalle de acompañarme en un acto tan importante para mí, en el que volví a percibir las emociones de cariño que recibí el el 16 de Abril en la AEAE.
Después de lo que ya había dicho el maestro Solano Grande, poco más pude añadir. Eso sí, hice un pequeño repaso de las necesidades del escritor, de sus retiros y silencios, de sus sentimientos e inspiraciones, de la complicidad con sus personajes y de la exigencia de los escenarios y de la palabra llana, concreta, siempre al servicio del texto aunque ello suponga, mychas veces, una obligación y un plus de trabajo añadido para el autor.
Luego, para agradecer a los presentes el regalo de su asitencia leí algunos textos del libro. Aquí está la lectura del cuento ¿Por qué será?:
Gracias a todos.

domingo, 3 de mayo de 2009

UNA AVERIA

Quizá las mujeres no se fijaban tanto en él. O sí. ¿Quién sabe? Fuera como fuese, ella no soportaba las miradas que las amigas echaban a su marido. Convencidos los dos de que las desavenencias no les seguirían, gastaron parte de sus ahorros en reparar el viejo utilitario y se fueron a vivir lejos.

Según iban conociendo a los nuevos vecinos y compañeros de trabajo, Sonia martirizaba cada vez más al joven esposo con sus interrogatorios. Así un día y otro. Las dudas y los reproches eran cada vez más intensos e insoportables. Igual que antes.

Miguel Ángel, harto de lo mismo, decidió irse mil kilómetros más allá, pero solo. No podía más. Cogió una pequeña maleta, una mochila y un paquete de libros.

A media noche bajó al garaje, cargó sus cosas, se sentó al volante y metió la llave en el “cláuxor”, la giró una vez, otra, y otra y muchas más... El coche no arrancó.
(c) Alejandro Pérez García